Los acontecimientos sucedidos en la ciudad de Valencia estos
pasados días, con la desmesurada represión de los antidisturbios de la Policía Nacional , nos debe
llevar a reflexiones que nos permitan ver el trasfondo de la situación en la
que se encuentra la Educación
en la Comunidad Valenciana ,
pero en particular sobre nuestra juventud.
El efecto de la crisis y sobre todo, una pésima gestión de
los recursos de la
Administración han llevado a la quiebra al sistema del
bienestar, asumido ya por todas las fuerzas políticas pero que en tiempos de
crisis y gobernados por la derecha, fundamentalmente ha sentido sus efectos el
sistema educativo público. Hasta el punto que los propios estudiantes de
Enseñanza Media, que aparentemente asisten a las clases adocenados y más
pendientes de la actualidad deportiva y musical que de la realidad social en la
que viven, empezaron a reaccionar con la pérdida de calidad de sus servicios
educativos, con docentes desmotivados por las malas condiciones laborales, con instalaciones obsoletas o en precarios barracones, pero
sobre todo, con unos centros cada vez más mermados en recursos y con serias
dificultades económicas para mantener el ritmo cotidiano.
Nos encontramos con adolescentes demostrando su queja yendo
a su centro con mantas para combatir el frío, protestas por los cortes de la luz
eléctrica, sentadas por la falta de recursos tan elementales como la tiza o los
folios, marchas hasta las puertas de las delegaciones de Educación para mostrar
su precoz indignación. Estos jóvenes han sufrido una merma en la educación de
tal calibre que ha conseguido despertar sus conciencias y hacer que se levanten
a reclamar una mejor calidad en la enseñanza pública, pero en el fondo, a
exigir el derecho al futuro, a su futuro. Y en estas algaradas que nunca van
más lejos del quedarse fuera de clase, sesudas y a la vez ingenuas asambleas,
el cántico de consignas o la sentada a la puerta del centro, intentaban por fin
nuestros adolescentes eclosionar en su particular primavera, como todos tuvimos
la nuestra donde quisimos ser protagonistas de nuestro mundo y reclamar lo que nos
pertenecía, un futuro lleno de sueños que acabará para todos, generación tras
generación, convirtiéndose en el pragmático presente en nuestra edad adulta. Es
la ley de la vida, pero ningún adolescente debe ser privado de su inalienable
derecho a descubrirse, reclamar su espacio y lo que él considera justo.
Pero por desgracia y como ocurre tantas y tantas ocasiones,
el presente es temeroso del futuro y se impone demasiadas veces con la fuerza a
la razón y sus sueños, en la realidad, y no en el cuento, David gana a Goliat
una de cada mil veces.
Con un clima de tensión en el territorio causada por la
reciente reforma laboral, los recortes en los servicios de la administración,
la corrupción, la de alta y la de baja intensidad, con una banca más pendiente
de comprar deuda pública que de hacer circular el dinero en la calle, con una
importante morosidad con los proveedores de los servicios públicos y el
desempleo que crece con la incapacidad de la administración de dar
soluciones, es posible o bien que hiciera falta un escarmiento aprovechando el eslabón
más débil, o lo que seria terrible, desviar la atención de tanto problema
fabricando una noticia de funestas consecuencias.
No entraremos en los detalles, para eso están las
hemerotecas, pero los enfrentamientos en el las puertas del IES Lluis Vives de
Valencia, han mostrado la peor cara del poder, ejercido sobre aquellos que
pedían sus imposibles, que arrancan con el pago del recibo de la luz de su
instituto hasta intentar llegar a la utopía de una sociedad más justa, como
sueña cualquier chaval o chavala de 16 años. En el fondo ellos, enfrentándose
con la voz y las carreras, recibiendo golpes y mostrándonos las caras del miedo
y de la indignación, nos han devuelto a todos a la adolescencia, a nuestros
particulares choques con la autoridad establecida, a recordar que una vez soñamos con otro
mundo posible, mucho mejor que el que vivimos ahora. Y que es necesario
levantar la voz cuanto sea necesario para reclamar lo que consideramos nuestro,
como hacíamos cuando éramos estudiantes de enseñanza media. Se han ganado
nuestros corazones y han despertado nuestras conciencias.
La lección probablemente ha sido muy dura para ellos,
tropezar de bruces con el pétreo poder, inmisericorde y soberbio, pero para nosotros, que tantas veces pensamos
que nuestros jóvenes y adolescentes están aletargados, hemos podido ver con
satisfacción que nada está perdido, que los príncipes de la Utopía nunca se marcharon
de aquí, son ellos, nuestros estudiantes de enseñanza media, y van dentro de
nosotros. Con estos acontecimientos se han ganado nuestro respeto y el apoyo de la también aletargada ciudadanía.
Definitivamente era verdad, a veces David puede con Goliat. Los estudiantes del IES Lluis Vives de Valencia nos han enseñado que otra sociedad es posible y que esto depende de nosotros. Parafraseando al Finch-Hutton de "Memorias de Africa", brindemos por la cándida adolescencia.